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La casa espera
Las gotas de agua cayendo en la pileta retumban en la soledad de la casa, como un reloj que sin prisa pero sin pausa marca el tiempo acortando la ausencia de la dueña de casa.
El aire caliente en la sala, pulsea con el gélido del exterior que puja por ingresar, pelea que, más tarde o más temprano será perdida.
La gata tan blanca como modorrienta da su vuelta número doce en el sillón, cobija su calor, hasta que ella vuelva. Tao su cachorro fiel hasta el espanto, mentón en piso, aguarda el ruido de su auto y sus pasos, en la tarde. Solo juega su papel de guardián de vez en cuando para no defraudar a su ama, que pronto llegará para acariciarlo y dar sentido a la espera.
La música en la radio simula compañía, aunque sin su voz… todo es ruido. Mientras tanto, la casa espera… |
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