Ni placer ni dinero
Deambuló sin destino o quizás con
el peor de ellos… la nocturnidad. Se había prometido que esa sería la última
vez que soportaría todo aquello.
Un auto y varias horas después
cambiaron el final de esa noche.
Empujada rodó por el asfalto y
tras el ruido de un motor huyendo, la tragedia oscureció para siempre el futuro
de su hijo.
Unos labios hinchados, aureolas
violáceas cubriendo su cara y la marca
de dedos en su cuello, fueron las pinceladas que dejó aquel psicópata en su escultural cuerpo, que no obtuvo placer
ni dinero, solo muerte.
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